Yapa
Un año después, recibí un mail inesperado proveniente de Paraguay. Confuso, leí el texto de un supuesto mensaje de Danton reenviado a mí por Jorge Queder con fecha actual. Debía tratarse de un error, sin duda, a menos que el sistema hubiese retenido información en suspenso durante todo este tiempo, y luego remitiese automáticamente al destinatario el envío pendiente.
No, imposible. Para aceptar esta hipótesis, el mensaje debía estar posdatado, cosa difícil de creer. ¿Sería una mistificación? Queder no me pareció un mitómano... Inexplicable. Ésa es la mejor definición de lo ocurrido, no deseo ir más allá. Aquí ofrezco al lector el último mail de Danton:
Temo que este último mensaje reste credibilidad a mi relato, basado por completo en hechos reales. No estoy seguro de incluirlo en estas memorias, y ya de antemano me siento arrepentido.
Sueña, Genoveva, sueña. No te
despiertes. Sueña, sueña conmigo. Así. Estoy acariciando tus pechos ¿lo
sientes? Sí, y mi boca recorre tu blanca piel. Cuánta calidez, cuánta tersura, bebo
tu aliento sin saciarme, mi deseo es consustanciarme contigo. Debo entrar en tu
cuerpo, poseer tu mente, y a través de ella experimentar tus sensaciones. Mi
naturaleza es incorpórea, aleatoria, por momentos consigo proyectar una fugaz
manifestación física, entonces mi alma se llena de exultación. Cada ráfaga de
viento, cada herida espontánea en tus carnes, son para mí látigos de placer.
Sientes latir tu corazón más fuerte, más fuerte, yo no tengo un cuerpo pero soy
tu sangre, llego con ella a cada extremidad como un estigma.
Duerme, duerme. Respira hondo y
sereno, mientras tú sueñas, yo perduro. No temas nada, yo velo. No abras los
ojos. No los vayas a abrir, pues tu despertar me aniquilaría. Mi lucha es por
no desvanecerme del mundo, existir, asediar tu mente como una idea obsesiva.
Ahora riman tu cuerpo y mi espíritu, ahora llega tu clímax.
Perfecto, más allá de toda
ponderación, es el tacto onírico. Tú sabes bien cómo gozar de tu amante
invisible. Volveré desde el limbo para hacerte subir fiebre de Eros bajo la
piel cada noche. Soy el fantasma encadenado, espíritu guardián de tu placard...
Comentarios
Publicar un comentario